domingo, 30 de enero de 2011

Columna 6: El tema de las drogas


“¡Hable usted de las drogas, de los muchachos, de las frustraciones, de las taras, hable usted de eso, por favor, Cisneros! ¡Denuncie usted la cantidad de drogas que consumen los universitarios!”. Y aquí estoy con el tema, preguntándome en qué medida somos culpables del cariz que va adquiriendo este asunto, en qué medida esta preocupación vociferada y vociferante de ahora ilustra nuestra propia desazón. Sí, muchachos, yo sé que el asunto es de otra índole. Yo sé que hay mucha literatura, mucho escándalo. Pero no ignoro que hay asimismo una honesta, responsable preocupación. No es asunto de ver qué hacemos con ustedes. No es eso solamente. Es asunto de ver qué hacemos entre todos por explicarnos las cosas y hacer frente a la verdad. Muy fácil es sumarse a la procesión, llenarse de aforismos, recoger estadísticas, asistir a conferencias (necesarias siempre), muy fácil es todo eso si no va acompañado de una lúcida conciencia de la tarea por realizar. La tarea no es combatir al drogadicto, que es la expresión de una realidad. La tarea es comprenderlo para buscar explicación a lo que hay detrás de esa espesa cortina en cuyo vaho se nos pierde tanta gente promisora, tantos pedazos del Perú próximo. No es para acusar, entonces, que escribo estas líneas. Ni es para aventar tu mundo interior, muchacho, que lo digo: ya sé que eso es para nosotros dos cuando conversemos de lo que en realidad nos corroe. Pero es en la magia de esa conversación esperada donde quiero que entres tú mismo, sin miedo, con la certeza de que podrás adquirir la necesaria libertad para describir las cosas por su nombre. “¡No lo aliente, Cisneros, no le crea nada!”. No importa, muchacho. También ese que grita necesita descubrirse a sí mismo en su verdadera dimensión. Hay mucha soledad adentro de uno, lo sé. Hay frío intenso, lo sé. ¡Y nos acosan! Lo sé también. Pero estoy lleno de esperanza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario