martes, 8 de febrero de 2011

Columna 31: Un día en Berlín


En Berlín recibe usted, amigo mío, la sensación de que el mundo va de prisa. No transita con la savia lentitud hamburguesa, sino que parece que habría que ganarle tiempo al tiempo. Y sin descanso, porque no hay modo de admitir que el ritmo con el que se camina de día es distinto del ritmo nocturno: es el mismo. Gente que va a la oficina, otros que van de compras, otros que solamente van certificando que Berlín es una voluntad en busca afanosa de un porvenir radiante. Y lo es. Largas caminatas a pie desde el hotel, pasando por el zoo y remontándonos hacia la Hauptbanhoff, daban la pauta siempre de que Berlín es una ciudad alerta. No toma noticia de esa agitación el Spree, que sigue lento su curso. Como no parece tomarla el rostro de Nefertitis, incólume en su belleza transparente ahí en el Museo, frente al castillo de Charlottenburg. Pero quise revivir mis antiguos recuerdos del zoológico y nos robamos una tarde brumosa para volver a la naturaleza y a la infancia. El día lluvioso prestaba su marco para que las fieras nos parecieran como mandadas para el espectáculo. Con Francisco Miró Quesada merodeamos entre Kant y Freud, entre Goethe y ese valiente rinoceronte que paseaba su enorme coraza sobre el cuerpo entre pesadas rejas de su recinto ejemplar. Nunca habíamos visto tanto rinoceronte junto. Porque el espectáculo era fabuloso: no un león, sino leones; no un elefante, sino elefantes. Y rinocerontes. Y gigantes lobos marinos. Y tigres. Y gorilas. Y orangutanes. Claro que fue frente a esta jaula donde tuvimos que mentar con frecuencia al hombre. En verdad yo había insistido en esta visita con ánimo de reconocer a un antiguo orangután que ciertamente no existe ahora. Pero estaba un viejo gorila, con su sorpresiva cría berlinesa. Y el pensativo chimpancé que reanudó en mis ojos su penetrante mirada de hace unos años. Hermosa la tarde, cruzada de pájaros y colores, poblada de rugidos, rociada de cerveza alemana y sobre todo penetrada de este toque de la naturaleza.

1 comentario:

  1. Esta columna y la siguiente corresponden a un viaje que realizaron Luis Jaime, Francisco Miro Quesada y Mario Vargas Llosa, en representación de Perú, a la Feria del Libro de Frankfurt (octubre 1976).

    ECH

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