martes, 8 de febrero de 2011

Columna 47: Las rondas infantiles


Si quiere usted conocer los sentimientos de un pueblo, escuche usted las rondas infantiles y vea jugar a los niños. Los niños siempre escogen en sus juegos lo que ven y oyen en boca de los adultos. Si los niños juegan a la guerra, pues ya sabemos lo que comentan los adultos. Si los niños juegan al aserrín aserrán, pues ya podemos confiar en que el porvenir de esa juventud futura ha de ser halagüeño y reconfortante. No les pidamos nunca a los niños que jueguen a lo que no quieren o a lo que no saben. Pero sepamos siempre que lo que quieren las criaturas para sus juegos es lo que solemos inspirarle nosotros como ideales para la vida. Niños que cantan y sonríen son anuncio de paz. Niños que juegan a inocentes mataperradas son indicio de días de paz. No dejemos que nuestros niños jueguen a la guerra, porque no es ese el camino de nuestra vocación liberadora. No dejemos que los inunden metáforas bélicas, porque no es ese el porvenir de nuestros hijos. Porque la patria necesita escuelas y caminos, hospitales y fábricas, otra vez escuelas y hospitales, y multitudes de brazos que aren la tierra y amasen el pan, y multitud de brazos que agiten armoniosamente la bandera para decir, al conjuro de una sola voz: Perú y América, hermanos. En verdad, día hermoso ha de ser aquel en que nos reconozcamos hermanos. Para ese día, listos pueden estar los corazones y los fusiles. Pero el corazón servirá para mostrarnos como un pueblo trabajador y amante de la paz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario