¿Se han dado cuenta ustedes de la agitación que produce el asunto de la Sinfónica? Gran inquietud. Sobre todo, gran inquietud juvenil. Buen signo, porque es indicio de que se va adquiriendo conciencia de que el problema está en las esencias. Antes decían ingenuamente los administradores de la cultura: La Sinfónica fracasa porque no hay público. Mal planteado. Hay público; siempre la hubo. Lo que ocurre es que no hay música. Y la música es necesaria al hombre como el aire a la vida, como el agua a las plantas. Sin música, sin necesidad de la música, no hay corazón humano que pueda resistir el drama de las ideas, los hombres, la lucha de los pueblos, la monstruosidad del dolor y el dinero. Dele usted música a las gentes, ya venga arrullada en el bandoneón o perlada en la guitarra, o ya se cobije en la melancolía de la quena. Dele usted música al hombre, y el hombre se reconocerá otra vez digno, ganado otra vez para la historia. Con música, y sólo con música, rescataremos en el Perú a la Sinfónica. Todo esto es síntoma de nuestro atraso, pero también de nuestra perpleja condición cultural. Cenicienta ha sido la cultura en muchos países nuestros. En un país cercano acaban de liquidar por decreto las humanidades de la Universidad. Como si pudiera eliminarse por decreto la sensación, la conciencia y la imagen, y como si pudiera decirse que los sueños no nos devuelven realmente a la verdad. No, amigos míos. Habrá que conversar largo tiempo sobre la música, sobre la necesidad que el hombre tiene de ella, sobre la obligación que el Estado tiene de preservárnosla. Un país no puede darse excusa tan bochornosa como la de creer que no es buena inversión la cultura. En un país como el Perú, donde no hay sino una Sinfónica estatal, ésta debe ser ejemplar a fin de que a su imagen y semejanza vayan brotando otras. Los jóvenes, que han revitalizado el fervor musical de los últimos años, son los llamados a una tarea realmente envidiable. No confundamos las cosas pensando solamente en problemas de infraestructura. No son los sueldos. Son las esencias mismas.
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