Mañana, amigos míos, estaremos en 1977. ¿Qué puede desearles para esa nueva jornada el Director? Muy sencillo: buenas noticias. Porque eso de hacerse cargo de lo que ocurre en el mundo, no es juego de niños. Ahí se da lo bueno y lo malo, de lo trascendente y efímero, de lo patético y risible. De todo eso hay en la viña del Señor. Todo eso es noticia. Por eso, amigos míos: buenas noticias. Queremos lectores interesados en la vida ajena, que es un modo de instruirse en mirar la paja en el ojo propio. Y claro que usted sabe bien, señor, mío, la falta que nos hacen las noticias (así sean malas, así tristes) cuando la desazón nos visita y se nos instala pegajosamente en el cuerpo, amenazándonos con enmohecernos hasta la médula. La comunicación nos confirma en la condición humana. Nuestra condición humana no se concilia con la soledad. Quiere discurrir con los otros. Y para hacerlo, quiere verles cara y corazón a través de la noticia. Saber qué dicen y hacen los otros pueblos es aprender a medir nuestro propio quehacer, y es un claro modo de empezar a comprender el contexto en que vivimos. La falta de noticias nos abruma. Su mala calidad nos enferma. Todo eso conduce también a la fatiga, a la esclerosis imaginativa. Y hombre incapaz de imaginar, no es capaz de creer. Por todo ello, buenas noticias, mi amigo. Un año de noticias frescas y enteras, y un año menos de incertidumbre. ¿Qué más podemos pedirle al año nuevo? ¿Pancartas? ¿Comunicados? ¿Huelgas? ¿Amenazas? Bah, la vida enseña mucho. Nada de eso dura. Nada de eso hace realmente noticia. Noticia fue el descubrimiento de América. Noticia, la penicilina. Noticia es España. Hace noticia el Tercer Mundo. Y hará noticia el Perú. Lector amigo, buenas noticias. 1977 permitirá superar errores y disipar confusiones. La gran noticia será la verdad. Que así sea.
Columna publicada el 31 de diciembre de 1976.
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