jueves, 17 de febrero de 2011

Columna 92: El Folklore


Llegó con oportunidad el Congreso Nacional de Folklore. Buen síntoma del despertar cívico es haber comprendido que cuando hablamos del folklore mencionamos la cultura viva del pueblo, por cierto que esto suscita asombros y escándalos entre quienes pretenden mantener respecto del folklore la actitud paternalista y protectora de tantos años. Porque lo cierto es que cuando hablamos de cultura nacional estamos aludiendo también al folklore, y no estamos segregándolo. Sin cultura popular no hay modo de descubrir la cultura nacional. El peligro está en confundir el folklore con la anécdota, que es una deformación comercial. Pueblo como el nuestro, rico en cultura popular, debe aprender a valorar sus testimonios; en esa magia debe introducirlo la escuela, con el fin de fortalecer su sentimiento patrio y estimular sus dotes creadoras. Si algo debo yo a la amistad de José María Arguedas es haberme mostrado, con su sabia sencillez de maestro, cómo era la imagen real del Perú, escondida entonces para mí en sesudos volúmenes de una vasta biblioteca. Estos certámenes como el que comento sirven para avivar el interés por la cultura popular. En la medida en que los jóvenes, se acerquen a sus secretos, una vieja savia en que se confunden todas las sangres seguirá explicando el ser nacional. Debemos superar la imagen turística del folklore, penetrar en sus secretos, su dimensión más onda.

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