jueves, 17 de febrero de 2011

Columna 98: Necesidad de comunicación


Cuando usted me lee, amigo mío, sabemos que estamos comunicados. Y que nuestra comunicación se garantiza por el lenguaje. Como el lenguaje traduce la intensidad con que vivimos nuestras convicciones, todos reconocemos su fuerza persuasiva y descubrimos –frente a la violencia- en qué medida traduce nuestra dignidad humana. Frente a la barbarie, la palabra es atributo de la razón. Frente a los desmanes, el lenguaje traduce una actitud pensante. En momentos de confusión, la calidad de la palabra adquiere prestigio inusitado, y se reviste de la certidumbre de nuestra voluntad de porvenir. Las palabras nuestras (la suya y la mía, amigo lector) tienen que servir en el Perú para crear el imprescindible clima de concordia. Lo único que puede mantenernos en comunicación es la palabra. Desoírnos conduce a la incomunicación y al caos. Cuando la voz es desoída, la violencia se adueña de los hombres. Lo único que puede esclarecernos es una explicación congrua, hecha en conciencia, de nuestra responsabilidad, que no se ciñe a esta hora concreta, sino que se abre también al porvenir. Donde hay violencia, no hay comunicación, no hay vínculo efectivo entre los hombres. Sólo la palabra nos une, nos clarifica. Sólo en la palabra reflexiva descubrimos los caminos de la concordia. Con la violencia estamos lejos de la dignidad humana. Pero esta es la hora del hombre y de la esperanza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario