sábado, 23 de abril de 2011

Columna 109: Elvis Presley


¡Lo que duran las mieses! Calzábamos ya anteojos oscuros, la voz tal vez ya grave, cuando una figura juvenil cubrió rápidamente los escenarios, y los filmes se nutrieron de un nuevo nombre con velocidad pasmosa. Algunos que aprendíamos a vivir aprendimos a compartir el nuevo con otros nombres antiguos, todavía apegados a la simpatía. Pasa siempre en cosas del teatro o del cine: un nuevo ritmo asoma en discos, radios y pantallas. Los jovencitos repletaban las salas, batían palmas, incurrían en estridencias jubilosas. Las fiestas juveniles mostraban parejas que bailaban ahora separadas, y ofrecían risueñas y espectaculares contorsiones. El nuevo ídolo se llamaba (se sigue llamando) Elvis Presley. Veníamos de una larga postración que había incendiado al mundo, y los hombres encontraron en los nuevos ritmos una convocación para la paz. Guitarras eléctricas fueron reemplazando a instrumentos y los fueron relegando. El ritmo avanzaba con seguridad. La Iglesia terminó, a la postre, por rendirse a los ímpetus juveniles, porque esa música y esos cantos anunciaban que el corazón libraba otras contiendas. Vinieron otros nombres a compartir la gloria, y otros tal vez a competir con ella. Descubrimos que la paz era una triste mentira que envolvía otras guerras diminutas y escondía pretextos bastardos para que los hombres no atinaran a encontrarse. La música comenzó a visitar los nuevos frentes de batalla. Los soldados, al fin y al cabo, eran jóvenes. Siempre son jóvenes los soldados. Pero estas guerras ideológicas de los últimos veinticinco años fueron urgiendo al hombre a buscar otros senderos para el sosiego. La música nueva sirvió también para acompañar algunos desenfrenos. Y en medio de este cúmulo de encontrados sentimientos, la figura del joven cantante fue creciendo. En otras latitudes y otras lenguas comenzaron a oírse los mismos ritmos. La juventud crecía, la tristeza crecía, crecía también la rebeldía y la angustia. Hoy rememoro todo eso porque, en la misma Menphis que lo vio nacer a la vida triunfal, ha tropezado Elvis Presley con la no soñada muerte silenciosa. Muchos no lo comprendieron en su hora. Siguen sin comprenderlo. Los jóvenes oirán por muchos años en sus acentos una llamada a la realidad.

1 comentario:

  1. Columna publicada en memoria de Elvis Presley, el Rey del Rock, quien falleció el 18 de agosto de 1977.

    ECH

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