¿Cómo se hace una columna? No sé dibujar. Pero sí puedo decir cómo se escribe. Se comienza así como estamos haciendo ésta, sentado uno frente al otro. Pensamos en alta voz el tema, conversamos un rato, discutimos: nos parece que sí o que no, analizamos si puede molestar a alguien o si conviene aludir a tal o cual acontecimiento, o tal o cual persona. Medimos la disposición de ánimo del lector, y luego… Luego me siento a la máquina, descubro su escuálida capa de jebe, acomodo las manos como me enseñaron “in ello tempore” los jesuitas, cierro los ojos, presiento el teclado, organizo pausadamente el discurso, dejo libre el camino a la inspiración, y ya estoy desarrollando sin querer el cuerpo entero de la columna que usted verá terminada en pocos instantes. Siempre tras el desasosiego, viene la calma: repaso el texto, corrijo algunas incoherencias, destruyo el modelo y advierto que, por fin, el tema es otro y ha sido reemplazado el énfasis. Y cuando releo nuevamente lo escrito, sé que ésta es la columna que tiene usted ante los ojos, amigo lector.
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