domingo, 24 de abril de 2011

Columna 129: Carlos Enrique Melgar


Varias veces me ha invitado Carlos Enrique Melgar a visitarlo en Punta Negra. Anoche fui en sueños. Por fin recorrí la casa. Astropelos se erguían tilipucios entre las sórdidas magucias, siempre caropelados por las morfas. Carlos Enrique Melgar tisicaba, suntunaba, cariacontecía pálido entre las garpas. Todo estaba en su sitio, como si varias murtifopas crusilaran las permas entre chapulines sosegados. Pero en medio de tanta alcaria, evohé, evohé, frusnaban las tocarmas. Aropegontones turbios esperaban plácidamente que Melgar rescoldara las esgunias, pero Carlos Enrique, con esa voz engolada que le prestan de ultratumba, robustecía su gesto musilante y curiosamente atogazaba tanto sufrimor de sus invitados. Hasta que, de pronto, mientras algunos nos perdíamos por los resquicios del almaste, ahí en el desván mohoso, una foto antigua y semifusa de Domingo López de La Torre, el inefable, parecía saludarnos. Evohé, evohé. Eureka en demasía. Don Domingo estaba rutilante, con su cabello pajarita. Y miraba a Melgar.

1 comentario:

  1. La columna se refiere a Carlos Enrique Melgar, reconocido político aprista de los 70 (nacido en Ayacucho, en 1930). Varias veces senador de la república.

    Es el propietario del “Castillo Melgar” de Punta Negra, muestra exótica de los antiguos balnearios del sur de Lima. Esta construcción combina, sin ninguna simetría, balcones coloniales, pagodas orientales y torres ojivales con muros de estilo neo inca además de estar decorada con los objetos más disímiles, constituyéndose en un verdadero monumento a lo kitsch.
    La columna resalta el hablar rimbombante, siempre con palabras rebuscadas, de este personaje de la política peruana.

    ECH

    ResponderEliminar