martes, 8 de febrero de 2011

Columna 64: La tía Beatriz



Cuando llegó a nuestra casa bonaerense el cable en que la tía Beatriz anunciaba su bachillerato universitario, aprendimos los sobrinos a conocer una nueva fase de esta mujer extraordinaria. La sabíamos la menor de los hermanos de mi padre, y habíamos aprendido a reconocerla en las fotografías familiares, siempre muy cerca de la mamama Cristina. Todavía reviven con persistencia en mi memoria las cartas que intercambiaba con mi padre, y en las que destacaba su caligrafía belenista. Purruca era, en boca de mi padre, un apelativo cariñoso para ella. Purruca, bachillera. La vida me fue deparando ocasiones de penetrar en su mundo escolar, que constituía para ella su vida y su pasión. Vocación pedagógica clara desde la juventud, no vaciló en matricularse en las aulas universitarias para confirmar en los diplomas el mandato vocacional, y someterse a las exigencias del momento. Compartió aula con quienes podían ser sus alumnos. Tuvo del magisterio conciencia clara de un servicio desinteresado y permanente. No ignoró que sin amor la enseñanza es dura, y matizó su quehacer de cordialidad constante. Ausente de ostentación, rehuía todo cuanto pudiera dar realce personal a su tarea. Parca en los juicios, sabía que lo que se dice en voz baja tiene más fuerza porque suele acompañarse de la verdad. Su energía no estuvo nunca en la voz ni en el ademán. Pero la ejercía con la mirada y la mostraba en el empeño personal.  Todo lo que programó y realizó tiene el sello de su tenacidad y de su celo. La evoco ahora entre viejos retratos de Angélica Palma y de Rosario Aráoz, o entre recortes de actuaciones escolares allá en su colegio de Breña. La veo presidir las ceremonias que repetían cada 21 de junio, en un local escolar, el amor de las generaciones nuevas por la venerable memoria de mi abuelo. Y le sonrío calladamente en su elocuente silencio de hoy, para que lea mi gratitud en la mirada.

1 comentario:

  1. Esta columna se publicó en el diario La Prensa el 21 de enero de 1977, a pocos días del sencible fallecimiento de Beatriz Cisneros, tía de Luis Jaime.

    ECH

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