Los jóvenes están en la etapa de la pasión el entusiasmo. Pero también es hora de meditación y de estudio. Hay que advertirlo con claridad. Vamos a construir una sociedad más justa, pero sólo en la medida en que nos acompañen en la meditación y el estudio lograremos que así sea. No podremos construirla con sólo la pasión y sólo el entusiasmo. La juventud es generosa en sus ilusiones, y está bien que la acompañemos en el ejercicio imaginativo, porque sin imaginación la libertad del hombre será una negra perspectiva de sombras. A veces la juventud se contagia del vértigo, y más en estas horas de velocidad extrema. El estudio nos revela que todo apresuramiento, todo vértigo, toda impaciencia, se resuelven en fatiga prematura. No podemos construir un país de veras libre, de veras justo, si buscamos apresurarnos, encandilados por los slogans de moda, urgidos por la impaciencia, temerosos de que nos ganen la partida quienes siempre trabajan en las sombras. Para construir, debemos estar conscientes de que el trabajo y la reflexión son indispensables: nos permiten descubrir en qué medida nos necesitamos a nosotros mismos. Porque el país próximo debemos realizarlo nosotros. Sin miedos. Sin amenazas. Con espontáneo análisis. En nuestras propias raíces históricas. Sin etiquetas. Sin renegar totalmente del pasado, porque por el pasado somos de alguna manera esta realidad de hoy. Sin renegar del presente, porque en el presente se va modelando nuestra esperanza y se va templando nuestra fe.
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