jueves, 17 de febrero de 2011

Columna 77: El viejo álbum de fotos


¿Ha recorrido alguien su viejo álbum de fotos? El tiempo pasa y la máquina nos lo detiene un instante para que, como ahora, años después, descubramos cómo ya en esa ingenua pose del trajecito marinero asomaba la picardía de Fulano, y cómo se anunciaba la timidez en aquella mirada confusa de la primera comunión. Pero las mejores son, como sabemos, aquellas fotografías que nos tomaron de sorpresa, esas para las cuales no tuvimos la intención de posteridad que toda pose supone: nos retratan mejor porque nos cogen lo que los analistas querrán descubrir más tarde tras largas y onerosas sesiones, pero interesantes, a través de un lenguaje traidor. Ahí está el estereotipado gesto que hoy reconocemos en nuestros hijos. Ahí, la verdadera índole de la tía regañona, sorprendida en la foto relamiéndose por la melcocha en un momento de fruición. ¡No me diga que no entiende usted por qué hay un momento en que los hijos se hunden en el silencio para extasiarse ante las fotos de los tíos que no conocieron, de la inalcanzada abuela! ¡Y cómo se ríen (y cómo nos sonrojamos) cuando descubren en la foto gestos que ya prefiguraban nuestra adustez de hoy!

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