jueves, 17 de febrero de 2011

Columna 81: Disciplinas formativas


“Dígame, Cisneros, ¿es la Sociología una disciplina formativa?” ¡Amigo mío, la sociedad existe, el hombre vive en ella; en ella trabaja y se desvive para dominar a la naturaleza! Usted dirá si es, entonces, necesaria. “¿Pero no es, acaso, perniciosa, malsana, suscitadora de ideas raras, oscuras, subversivas?” ¡Pero, señor! Si usted habita en la tierra, sabe usted que su propia pregunta anuncia una voluntad de rebelarse contra algún orden establecido, quizá contra el mismo de donde usted proviene, del mismo mundo en que su inquietud tiene origen. ¡Y no es usted pernicioso ni oscuro, ni es usted subversivo, mi amigo! “¿Pero no hay hombres más importantes, como por ejemplo: Pasteur, que triunfó sobre la rabia; Koch, que nos iluminó sobre la tuberculosis; Marconi, que logró que nos comunicáramos a la distancia?”. ¡Por cierto, y también Buda y también Gandhi, que no excluyen a los nombres por usted urdidos! Lo que ocurre es que no se trata de plantear así las cosas, porque es plantearlas mal ex profeso. Si hay una disciplina que nos enseña a apreciar, observar e interpretar la realidad, y nos impone el deber humano de confrontarla con el pasado; y nos permite comprenderla mejor a la luz de las otras realidades antiguas o presentes, esa disciplina resulta formativa, porque permite que el hombre adquiera serena conciencia de sí y de su prójimo, y comprenda la responsabilidad que le alcanza. Al hacerlo así, el hombre íntegro descubre en qué medida éste resulta ser un conocimiento complejo y vasto: porque descubre que cada ser se mueve por deberes y pasiones, se ilumina con creencias, se nutre de fe y de esperanza, se esfuerza por el bienestar propio y ajeno, rechaza el desorden y busca modos de ordenar a los otros. “¿Y como dicen algunos sesudos señores que es disciplina perniciosa?”. Bueno, pues también otros sesudos señores dicen que no lo es. “¡Pero nadie dice, por ejemplo, que las Matemáticas son perjudiciales al hombre!”. ¡Bueno, es cuestión de preguntárselo a los países que no producen petróleo! “¿Y es importante la filosofía?”. ¡Claro que sí, y si no lo fuera usted no estaría ciertamente tratando de que yo diga algún despropósito! Por eso resulta también formativa. Pero, entre nosotros y en secreto: si usted no sabe nada del hombre ni de la vida del hombre, si no logra adquirir esa evidencia, ¿de qué le vale a usted filosofar? ¿Por qué no conversamos, amigo mío, sobre el hombre y luego usted mismo hallará la respuesta adecuada a su pregunta?

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