jueves, 17 de febrero de 2011

Columna 87: Enrique Peña Barrenechea


Frecuentar versos de Eguren, volver a los antiguos de Bécquer, merodear lentamente por las imágenes que Rilke prodigó en sus ELEGIAS. Todo eso significa releer los poemas que ahora ha juntado Enrique Peña Barrenechea. Cada viaje ha dejado su impronta. De pronto es París, de pronto Lima, y a cada instante los horizontes a que lo fue conduciendo el peregrinaje de la diplomacia. A ella sirvió siempre Enrique Peña con esta rara fidelidad poética de que da cuenta el libro. Ha sido un buen fin de semana recrear su voz en la lectura de estos versos suyos. Voz en sordina, para decir sobre las flores y el amor. Voz prestada de la antigua pero segura veta del romancero, en que el timbre de Alberti suena persistente. Voz propia siempre, que acuna la vieja sabia en moldes que fue Peña trabajando con paciencia y con rigor puntual. Cuidado extremo de la voz. Temblor en la frase cuando se encrespa, limpieza de las imágenes. Qué viejos y qué nuevos los odres, Enrique. Qué fresca la música del verso. Qué oportunos, por lo medidos, los adjetivos. La ternura es una disposición del espíritu, y en Peña la ternura nos acompaña siempre, ora para admirar al pequeño grumete en la playa, ora solamente para meditar sobre la naranja, ora para recrearnos en la niña negra. Tagore nos escucha muchas veces, desde alguna esquina del libro. Y siempre, mucho sol en los ojos. Y nostalgia.

1 comentario:

  1. Enrique Peña Barrenechea, poeta peruano (1904 - 25 de abril 1987), uno de los más notables poetas de la generación de Martín Adán y Emilio Westphalen, embajador en varios países europeos y africanos. Esta columna, publicada en 1977, se refiere a la publicación de Obra Poética, una colección de sus poesías.

    ECH

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