domingo, 24 de abril de 2011

Columna 114: Vivir en paz


¿Es que necesitamos realmente que una voz extraterrestre irrumpa interceptando las transmisiones radiales para decirnos, a nosotros también, que estamos desperdiciando la oportunidad de aprender a vivir en paz? ¿Necesitamos acaso que nos lo digan desde alguna remota galaxia? En el pan que falta en muchas mesas del mundo, en tanto niño desnutrido (Biafra es un persistente recuerdo), ¿no está persiguiéndonos la misma acusación? ¿Qué sacamos con pretender ser el más poderoso, el más adinerado, el mejor pertrechado, si el hombre resulta el postergado, el desamado, el torpe y cruelmente maltratado? La dictadura del odio nos va incorporando lentamente a sus huestes, y no acertamos aún a protestar contra ella. No necesitamos que desde una galaxia se nos alerte. En cada niño que no puede ir a la escuela, está la humanidad entera condenándonos. En cada hogar destrozado están señalándonos con el dedo. En cada analfabeto que no puede alcanzar estos mismos derechos, sigue pendiente la acusación. En cualquier instante nosotros mismos debemos convertirnos en esa voz terrena, auténtica, real. No necesitamos la galaxia. ¡Vamos de una vez a constituir esa falange de paz, inundemos el  mundo de esperanza, busquemos la justicia! Los jóvenes siguen siendo, para esta tarea también, los convocados. No una voz extraterrestre: una rotunda voz juvenil de esta hora y de este mundo, irrumpirá para llamarnos a la razón.

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