domingo, 24 de abril de 2011

Columna 118: Coronel de cabo a rabo


El cable ha traído la noticia desde México. Lo enterraron al coronel, tras larga brega militar y con ochenta años encima. Sólo que a última hora tomó noticia la institución, lo repitió el cable, cruzó los mares la novedosa especie: el coronel muerto había sido en realidad una antigua coronela. ¿Coronela? Mujer, a lo que parece. Por lo menos, que lo era fisiológicamente lo confirma el haber sido madre de una criatura que por ahora tiene ya sus años de andar en el mundo. ¿Y en tantos años, nadie se dio cuenta? Por lo pronto, nadie lo anunció. Para el (la) coronel debe haber sido cosa de todos los días: a la diana, en el orden cerrado, con bayoneta calada, trepando, reptando, corriendo. Para los demás, parece que ha sido sólo cosa de a la hora de la muerte, que es el instante en que nos desnudan de verdad. Ahí es cuando han advertido que el coronel se había mantenido en las filas de puro macho mexicano que era. ¿Lección, moraleja? Las lecciones de esta época ya no tienen moraleja. Ahora la gente cuando aprende la lección repite de paporreta, y no piensa. Ahora nos sonreímos, porque pensamos que hay exámenes médicos, radiografías, análisis, y hasta bromas pesadas que habrían dado al traste con cualquier empeño en repetir la hazaña. Pero de todos modos, ya hay aquí buen tema para una novela latinoamericana, y para una serial de televisión. Y no faltaría título travieso: Coronel de cabo a rabo.

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