domingo, 24 de abril de 2011

Columna 132: Las palabras del español


¿Cómo es eso de que las palabras hermosas del español son esas que suenan bien y dicen mejor? ¡Pero, hombre, si el español entero es una retahíla de voces hermosas! No me diga usted, amigo mío, que “madre” y “patria” lo son, porque ése es un cuento viejo, amén de una gran verdad. ¿Pero acaso no es hermosa una palabra como “alcornoque”, que suena hueca? ¿Y qué me dicen de “astrolabio”, que engaña a tanto muchacho vehemente y encanta a cuanto aprendiz de brujo anda por ahí? ¡Y cómo es verdad que hay lisuras de extraordinario eco, y de no menos prestancia! Tentado estoy de escribir algunas. Porque nadie me va a negar que si la palabra originaria nos asustaría en una columna como ésta, ver escrito “carajito” nos suena un poco a travesura de muchacho con pecas y nos la hace tolerable su singular diminutivo. Pero la palabra “amor” no tiene competidor, dicen los románticos; y desde su tumba Quevedo nos recuerda el poder, y el eco contemporáneo, de la palabra “dinero”. Que es la palabra más asquerosa del mundo.

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