domingo, 24 de abril de 2011

Columna 137: Madres de hijos ausentes


Todas las madres están ahora pendientes de las palabras que les dediquen en diarios y revistas. Yo quiero dedicar esta columna de hoy a las madres que tienen a sus hijos en los distintos campos de batalla. Cifraron en ellos su mejor sueño, y no están celosas de esta novia exigente que ahora los reclama con fervor. Crecieron ellos con la esperanza de poder algún día devolver con creces la fatiga de esas mujeres generosas, y saben que hoy enaltecen esa maternidad ofrendando sus vidas por la patria, entre las agradecidas y dolidas lagrimas de tanta mujer admirable. Amasaron estas madres, tal vez en el dolor y en la miseria, las mejores horas del hijo adolescente; al escribir muchas planas con él para el colegio creían que iban tejiendo firmes trozos de porvenir. Y no alcanzan a explicarse ahora el horror de esta contienda, ni pueden comprender qué mezcla de orgullo y de dolor, de rabia y de esperanza las envuelve, los ojos clavados en el mar, mientras nosotros las rodeamos de nuestra especial ternura, en previsión de que pueda estar ausente la que habrían deseado conservar en este preciso día. Las miro hondamente y las bendigo.

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