Ci yo heskribiera oi estoi kontento se produsiria gran heskándalo. Y me bastaría ese mohín de sorpresa y de disgusto, y ese acaloramiento en la mejilla del lector para confirmar que el idioma vive dentro de cada uno con una presencia real y tangible, de la que no hablan los textos, pero de la que da prueba todo hombre sensible que maneja el español. Hoy es 23 de abril, día consagrado al idioma. Y por eso quiero nombrar, como homenaje a la lengua, voces como “alegría”, “paz”, “serenidad” y “amor”. Sé que por todas partes van a nombrar hoy a Cervantes y mencionarán muchas veces el libro que no todos han leído. Yo, siempre para honrar a la lengua, quiero nombrar a Arguedas y a Eguren, a Garcilaso y a Ventura García Calderón, a Vallejo y a Raúl Porras, y para mencionar a alguien entre los vivos quiero (y debo) nombrar a Martín Adán. Es decir, celebro el 23 de abril evocando el nombre de quienes han enaltecido el español entre nosotros.
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