domingo, 24 de abril de 2011

Columna 147: Elecciones en la oscuridad


Qué elecciones las de la otra noche, en la Academia. Inolvidables. No podríamos decir que fue una elección a ciegas porque, en verdad, el apagón nos cogió apenas habíamos nombrado escrutadores, antes del cómputo. Augusto Tamayo Vargas se abrasó al amasijo de votos recién contados: dieciocho. Estuvimos a tientas unos segundos. Unos pedían calma, y otros pedían que se hiciera la luz. Alguien conjeturó un asalto, y hasta se pensó que podían cogernos sin confesión. Todos lamentamos entonces no haber elegido académico a un sacerdote. Lo cierto es que teníamos los votos entre manos. Teníamos también escrutadores. Marta Hildebrandt, experta en antroponimia, iba a leer bien los nombres. José Tola, experto en matemáticas, los iba a contar mejor. Una voz académica sugirió trasladarse al zaguán, encender los faros de los autos que ahí habían aparcado, y a la luz de esa luz prepotente iniciar el escrutinio. Como chicos mataperros, los académicos nos inclinamos, leyó Marta Hildebrandt los nombres predilectos, registró Pepe Tola con su evidente estilográfica los números, confirmóse el resultado y proclamó el Director a los elegidos. En las sombras asomaban los antepasados del viejo caserón, convocados por esta esclarecida oscuridad. Y fue así como esa noche ingresaron a oscuras tres nuevos académicos a la Corporación.

1 comentario:

  1. La columna se refiere a la elección de los nuevos académicos de la Academia Peruana de la Lengua, en 1982.

    ECH

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